Mientras la presidenta del Parlament declaraba en el Supremo, acusada con sus compañeros de mesa de “dinamitar los cimientos del estado de derecho” (hay que echarle bemoles para decir eso sin mediar explosivos de por medio), fuentes del gobierno decían: “Hay intención de que no vayan a la cárcel, pero tienen que colaborar”. Y “Contestar a las preguntas del fiscal será bueno para Forcadell”.
La Fiscalía, que pensaba solicitar prisión para ella decía: “Podría evitarla si acata la Constitución”. Ya puestos, el Ministro de Interior largaba: “Primero hay que aplicar la ley, pero ver el contexto”. Al tiempo, se conocía la adjudicación de plaza fija a la jueza Carmen Lamela en la Audiencia Nacional, vacante por renuncia del juez Bermúdez, y Ramón Jáuregui, eurodiputado del PSOE decía serio: “Hay que ofrecer a Cataluña una reforma de la Constitución”. Sí, y una de pulpo. Esto parece un guión caralludo para una película. Berlanga ¿dónde estás?