Ha terminado ya la Cumbre del Clima celebrada en Katowice (Polonia) y pocos son los que han salido contentos. Esta reunión debería servir para poner en marcha el Acuerdo de París en el año 2020, pero varias de las decisiones más controvertidas han sido pospuestas para la siguiente cumbre, que se celebrará el año que viene en Chile. La oposición de varios países productores de petróleo (Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait) a aceptar el Informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) ha sido uno de los principales escollos, aunque no el único.
Al final se ha llegado a un acuerdo de mínimos que deja muy descontenta a la comunidad científica que ve como sus avisos vuelven a caer en saco roto. El IPCC avisaba de las graves consecuencias de no reducir la emisión de gases de efecto invernadero y la necesidad de limitar el calentamiento a 1,5o C por encima de la temperatura de la época pre-industrial.
Es la enésima oportunidad perdida para solventar un problema que amenaza con volverse irresoluble si seguimos a este paso. La búsqueda del eterno consenso parece imposible de alcanzar. Y mientras, las cosas no mejoran. En el Acuerdo de París se establecía la necesidad de reducir cuanto antes las emisiones globales, pero a esta cumbre de Katowice hemos llegado con un incremento del 2% en el último año. En España, entre 2016 y 2017 esta subido ha llegado a ser del 4%.
La inacción de los gobiernos no es excusa para que a un nivel más personal no empecemos a tomar medidas. El papel proactivo de la ciudadanía resulta de gran importancia y todos podemos actuar para reducir nuestra huella de carbono. Para eso es necesario cambiar progresivamente nuestros comportamientos y acciones.
Por ejemplo, es importante consumir de una forma más consciente. Durante años se ha inculcado el mensaje de la necesidad de reciclar, pero con eso no es suficiente. Hemos de reducir, reparar y reutilizar también. Mirar de donde viene lo que compramos también es esencial. El consumo de productos de cercanía evita largos desplazamientos y menos kilómetros recorridos suponen menos emisiones. También hemos de intentar caminar más o usar los transportes públicos y compartir el vehículo. La tarea que tenemos por delante es enorme, pero todo camino se empieza con un primer paso. Hemos de atrevernos a empezar el cambio desde nosotros mismos.