en España no tenemos tradición de presidentes con don de lenguas. Al menos, hasta que llegó Pedro Sánchez, que parece manejarse con más o menos fluidez en varios idiomas. El gallego, eso sí, lo tiene que trabajar un poco más. Su “obrigado” dirigido al diputado del BNG es difícil de justificar. Vale que entre los votantes del Bloque haya seguidores de la corriente reintegracionista a los que incluso puede que les haya hecho ilusión que el futuro jefe del Ejecutivo no distinga entre galego y portugués, pero la mayoría no lo da por bueno. Claro que teniendo en cuenta el maltrato a la lengua que se da entre los propios habitantes de estas tierras del noroeste hay muchos que no deberían echarse las manos a la cabeza.