Tengo que reconocer que en un principio la noticia me sorprendió. Luego con el paso del tiempo, y después de hacer un análisis pormenorizado, me pareció una decisión de lo más acertada. Me refiero a la iniciativa, de altos vuelos, que llevaron a cabo cuatro enfermeros de Ourense, tres mujeres y un hombre, que el mismo día se presentaron a dos oposiciones, con más de 600 kilómetros de distancia, para intentar consolidar y por lo tanto adquirir una plaza en propiedad de funcionario para poder ejercer su profesión en el servicio público de sanidad.
A primeras horas de la mañana volaron hacia la capital de España en un avión privado que pagaron de su bolsillo. La operación estuvo perfectamente diseñada. Al llegar al aeropuerto de Madrid les espera un taxi de amplia capacidad para llevarlos al lugar donde realizaron la primera de las pruebas. Al finalizar el examen de nuevo subieron al avión para en una hora estar en el aeropuerto de Labacolla y desde allí desplazarse a Silleda donde se unieron a los miles de opositores que se disputaban una de las plazas previstas por el Sergas
Los cuatro enfermeros, que en su vida profesional cubrieron múltiples batallas encadenadas por contratos precarios seguidos de corta duración –una de ellas lleva 18 años en esta situación– atesoran gran experiencia y por encima de todo ganas de consolidar una plaza que les permita ver el futuro con más tranquilidad a la hora de ejercer su trabajo de tanta importancia para la sanidad pública.
No tengo ni idea del costo de la operación de alquilar un avión para trasladarse de Galicia a Madrid y retornar al punto de salida. De todos modos creo que la iniciativa además de sincera y ocurrente es una auténtica inversión. Es cambiar el dinero de sitió. Quizás a cuenta de un futuro viaje o de unas vacaciones más que merecidas para de este modo tener una doble oportunidad, gallega y madrileña, para conseguir una plaza fija en el servicio de salud. Es, qué duda cabe, una inversión de altos vuelos. Son tres enfermeras y un enfermero de altura.