El big bang que dio origen al SuperDepor necesitaba un dios y lo encontró en Bebeto. Un pancarta de los Riazor Blues así lo proclamaba cada domingo. Y dios tuvo hijos y uno de ellos se llamó Djalminha. Se manejaba bien con los pelotes –el que le dio a Irureta le costó el exilio en Austria– y con las pelotas. Regate por aquí, regate por allí, lambretta al Madrid, vaciles a Mostovoi, con consigna al oído: “Soy checheno”, golazo a Pinto... El portero debió de pensar en ese momento: “Lo de cantar no se me da mal” y ha acabado ganando un Grammy como productor musical... Anda que si el disco tiene influencia de la música brasileña.