Cómo es posible entender que se saquen 900.000 plazas y acreditaciones a cerca de 4 millones de pensionistas que fueron enviadas por correo a los hogares de cada uno de estos jubilados. No se puede jugar con el sentimiento de nuestros mayores, que cuando reciben la carta acreditativa, confían en que puedan elegir destino a donde deseen ir, cuando les llega la carta en la que deben llevar a su agencia de viajes, se topan con la desagradable sorpresa de que no hay plazas para todos, vamos una tomadura de pelo.
La administración es fría, calculadora e insensible con nuestros mayores, no puede formar un programa de una plaza acotada por cada cuatro jubilados, ni es ético, ni es moral. Menos en los tiempos que corremos, cuando otros jubilados se encuentran más apreciados y valorados y por tanto se premia su labor efectuada a lo largo de su vida, viaja por su seguridad social, esto en países de nuestro entorno. Si nos consideramos un país civilizado y desarrollado.
No se pueden ofertar las plazas señaladas y dejar en la cuneta a más de tres millones de pensionistas, las listas de espera, es otro engaño más, solamente es un caso residual de sí algún beneficiario no puede desplazarse por causas de fuerza mayor, por tanto es una tomadura de pelo. Pero lo más grave, es que esta campaña comenzó con mal pie y así tenía que finalizar, en la apertura ya apenas había plazas, ¿A dónde se fueron? ¿Cuáles son las causas de semejante desfachatez? El programa nació como un ideal de dar a nuestros mayores, cuando se jubilasen unas merecidas vacaciones donde eligiesen, pero aquella idea se convirtió en una pelea mercantilista y egoísmo empresarial. Esta es la parte más delicada y que de seguir a sí las cosas acabará por extinguir un bien social de nuestra democracia, los viajes del Inserso a este paso serán historia. Dichosa para unos y desdichada para otros.
Hay que estudiar su viabilidad y dotarlo con un fondo adecuado, no sé si el que tiene en la actualidad, es mucho o poco, tampoco se sabe la composición de sus cuentas, son números que asustan en su totalidad, pero sin transparencia hacia la sociedad y sus impuestos. Lo cierto en este ejercicio es que, muchos miles de jubilados, se han quedado sin poder cumplir su sueño, viajar al fin una semana al año y de hotel con todo incluido, sin preocuparse de nada, solo de disfrutar su tiempo libre. Ahora se tiene que arreglar el entuerto para el próximo año, sino estaremos, igual de mal.
Este ejercicio aún no se había abierto el plazo y casi no había plazas disponibles, a ello hay que sumar el tiempo perdido en la preparación por los recursos presentados por las partes disconformes en la adjudicación del servicio y como se hizo a criterio de unos, bien y de los otros mal ó muy mal, lo cierto es que en medio estaban los hoteles que debían recibir a sus clientes y los jubilados que no sabían si irían o se quedarían en tierra, total que unos se fueron los más agraciados y el resto se quedó compuesto y sin viaje subvencionado en un 20%, el resto lo pone el jubilado de su cartera, pero sobre todo que algunos hoteles han preferido bajar la persiana a última hora y cerrar, por la demora acumulada en la distribución de la clientela.
Los viajes han sido pocos y mal organizados, se ha acreditado más plazas de las que el Imserso manejó, solo 900.000 plazas frente a casi 4 millones de acreditaciones y el desánimo, cundió entre los millares de jubilados que se quedaron en casa y encima muchas plazas no tenían locomoción, esto se parece a una tira cómica, si no fuese que es realidad.