JUEGO REVUELTO

No lo puedo negar. Me cuesta volver a estar en contacto con todos ustedes tras una ausencia que data ya del 20 de noviembre de 2015. Pero, como diría el rey emérito Juan Carlos I, había que pasar por el “taller” para arreglar ciertas imperfecciones en mi organismo y aquí estoy de nuevo. Desde aquella fecha, han ocurrido acontecimientos de todo tipo y, lógicamente, si quisiera centrarme en todos ellos sería imposible comprimirlos en tan corto espacio. Otro día será.
Me referiré en esta ocasión a lo que viene sucediendo con el Deportivo. Vaya por delante mi preocupación. No veo las cosas claras. Nada claras. Este equipo no es, ni de lejos, el que en las primeras jornadas nos entusiasmaba con su forma de jugar y resultados positivos que llegaron incluso a hacernos pensar en conseguir metas mayores a los que en un principio, como un servidor, siempre se daba por satisfecho con mantener la categoría. No me gusta que el equipo me ilusione. Me cansa y aburre pensar solo en vivir de ilusiones. Siempre igual. Prefiero realidades. Puntos. Victorias. Estoy harto de triunfos morales que no nos llevan a ninguna parte. Seguro que ustedes también.
Bajo mi punto de vista el equipo de Víctor Sánchez no está ahora para presumir de nada, aunque también es posible que nos hayamos acostumbrado mal. El Depor entró en una dinámica preocupante y peligrosa, hasta tal punto que en alguna ocasión he llegado a pensar que se ha sobrevalorado a esta plantilla. Estamos en un momento crucial de la temporada a pesar de que todavía faltan por disputarse 39 puntos y puede ocurrir de todo. Hay que comenzar a tomarse todo esto en serio. Que nadie olvide, si la memoria me sigue siendo fiel, que no ganamos un partido de Liga desde el 19 de diciembre, cuando en Riazor nos visitó el Eibar al que se venció por 2-0. 
A partir de ahí nos hemos convertido en un equipo quebradizo, con escasas respuestas, con actuaciones desiguales donde desperdiciamos numerosas ocasiones de gol y donde los despistes de última hora nos han dejado, en más de una ocasión, con cara de tonto. Lo último, la derrota ante el Espanyol, tras la cual he leído manifestaciones un tanto victimistas del técnico que me han preocupado más. Hay que buscar otro camino. No debemos dormirnos en los laureles, sino mantener la ambición de mejorar. El domingo, ante el colista Granada hay que volver a ver el camino de otro color. Si no es así, apaga y vámonos. 

 

JUEGO REVUELTO

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