Se remueve la charca

El penúltimo charco en el que se encuentra el PP se ubica en León donde su alcalde, el señor Silván, uno de los hombres de la ejecutiva der Casado, acusado de facilitar las mordidas de otro ilustre del PP en Castilla y León, hoy en la cárcel. 
El señor Ulibarri, con negocios inmobiliarios y dueño de un pequeño imperio periodístico-propagandístico, en uno de los viveros de la derecha. El sistema el mismo: amañar concursos públicos y repartirse beneficios. Implicados gentes de la Junta, la Diputación leonesa, ayuntamientos, etc.
Y no se trata de compañeros de aquel señor (Mariano, al que no le constaba la corrupción sino de la hornada de Casado y colegas de los que aún están en el partido. 
Además, al nuevo líder de los populares una jueza le ha pedido aclaraciones sobre su vertiginosa carrera que le convirtió –no solo en la cabeza visible del PP– en el hombre-record mundial por aprobar en seis meses la mitad de la carrera. Y, por si esto fuera poco, una de sus “madrinas”, la señora Cospedal, la del finiquito en diferido, nos dejó un agujero de millones con la compra de unos submarinos que, primero no flotaban como los del chiste de Gila, y por otro no cabían en el puerto. 
El coste de estos “despistes”, supera los dieciocho millones de euros. ¿Responsabilidades? Cero zapatero, por usar una expresión muy querida por el “ex” cuando explicaba que ni un euro para cumplir con LA LEY de la memoria histórica que les tiene histéricos a los partidarios del prieta las filas. 
Y aquí tenemos a la “gran esperanza” del Ibex 35, el favorito de la banca, antiguo asistente del señor Pizarro,  “otra esperanza” pepera…Les queda, eso sí, Esperanza con mayúscula, la cuidadora de los batracios que llenaban la charca madrileña.
Y, ay, ¿este es el futuro, que repite el pasado en un presente que es para tener miedo…?. Y es que la victoria de Pablo Casado, nos advertía Iñigo Domínguez, en sintonía con el escoramiento de los partidos conservadores que han elegido, de forma descarada, seguir su camino…hacia la derecha. 
Claro que el Partido Popular Europeo tiene en sus filas a la Unión Cívica Húngara, a pesar de su deriva autoritaria y se siente cómodo con el ultraderechista partido de los conservadores austríacos, mientras en las instituciones representativas de la eurozona se dan golpes de pecho cara a la galería y miran para otro lado en sus funciones diarias.  

Se remueve la charca

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