Una reflexión necesaria

ante la avalancha de opiniones dispares, desde la más irracional hasta la más utópica, que reparten desde las cuatro esquinas de este doliente país, se agradecen las voces que con la autoridad de sus conocimientos y la serenidad de sus reflexiones, sirven para que muchos encuentren –encontremos– datos, argumentos e ideas. Y el mejor ejemplo de estos días es del artículo de Albino Prada –galego de seu–, doctor en Ciencias Económicas, con una larga trayectoria profesional e intelectual y una serie de reconocimientos y distinciones  como premio a sus trabajos.
El profesor Albino Prada, bajo el título “¿Por qué algunos quieren irse?”, ofrece una serie de datos que nos hacen asomarnos a un espejo que refleja, de forma nítida, la realidad de lo que ocurre en Cataluña y que viene a completar otro artículo suyo sobre el Brexit, donde explicaba los resultados de la votación en Escocia, Londres y otros lugares del Reino Unido, en relación con la situación de bienestar de unos y otros. Recuerda el profesor Prada que “Cataluña, según el análisis del nivel de riqueza y desarrollo social en las regiones europeas, teniendo una riqueza media por habitante superior a la de Escocia, acaba mostrando un indicador de bienestar social que la coloca por debajo”. La reflexión es bien sencilla: regiones ricas que ven en el reparto, desde la administración general del Estado, como unas regiones mejoran mientras ellos empeoran. Y ese argumento es el que emplean muchos para vender que yéndose se evitaría el deterioro propio.
Contra eso no hay más antídoto que la explicación, desde los máximos órganos de la administración y, por supuesto, de los representantes políticos que la pilotan, siempre que la autoridad de sus argumentos, estén avalados por razones de justicia social, de equidad, proporcionalidad para que cada vez sean más los ciudadanos que acepten con solidaridad esas normas.
Hasta ahora el ruido y el agitar de banderas –ojo que las banderas se sujetan con palos, ustedes me entiende– desde distintas ópticas de lo que se reconoce como nacionalismo, los abanderados de una y otra parte y el malestar generalizado, cuando no el cabreo, de una sociedad que sigue pagando el precio de la crisis, mientras otros pocos “ya viven la primavera del bienestar”, esa mezcla, unida al deterioro de muchas instituciones y el pasotismo de nuestras principales autoridades, nos coloca a todos los ciudadanos ante la obligación de pensar, reflexionar.

Una reflexión necesaria

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