No me canso de escribirlo y por tanto de repetirlo: Pedro Sánchez no ha dejado de intentar lograr “apaciguar” el independentismo catalán a través del diálogo y huyendo de declaraciones subidas de tono.
Al presidente se le podrán reprochar muchas cosas pero no la de que no ha intentado, y continua intentado revolver los desencuentros con Cataluña. Y lo ha hecho una vez más, porque desde la tribuna del Congreso Sánchez mostró una actitud firme frente a las declaraciones peligrosas de Joaquím Torras que ha puesto a Eslovenia como modelo para conseguir la independencia de Cataluña.
El discurso de Pedro Sánchez fue duro, sí, pero dejando aún puertas abiertas para el entendimiento tanto con el PDCat como con Ezquerra. Por ejemplo evitó hablar del artículo 155 de la Constitución por más que desde el PP y Ciudadanos le vienen reclamando que lo ponga en marcha ya y además recordó que el actual Estatuto de Autonomía se puede reformar.
Me pregunto hasta donde podrá aguantar Pedro Sánchez. Porque es evidente que la sangría de votos que ha sufrido el PSOE en Andalucía tiene que ver, al menos en parte, con el problema catalán, precisamente con la “paciencia” del santo Job de la que hace gala el presidente.
Es más, ahora vuelven a aflorar las voces de quienes se sintieron incómodos porque Pedro Sánchez fuera investido presidente con los votos de los independentistas y que quiera aprobar los Presupuestos con esos mismos votos.
Ahora Pedro Sánchez ha colocado la pelota en el tejado de los partidos independentistas: o hacen un gesto y dan marcha atrás o el entendimiento con ellos resultará imposible. Y es que el precio que pagaría el PSOE sería perder las próximas elecciones.
Es innegable que entre los socialistas hay una profunda preocupación precisamente porque la relación con los independentistas está lastrando no solo al gobierno sino al PSOE y que esa “paz” aparente entre sanchistas y no sanchistas puede quebrarse en cualquier momento.
Pedro Sánchez ha dejado dicho en la tribuna del Congreso que ante cualquier mal paso que dé Torras y compañía recibirán una “respuesta firme, serena y proporcional” por parte del Gobierno pero en la familia socialista temen que esa respuesta no sea suficiente y que la gestión de la crisis catalana sea la puntilla del Gobierno.
Vuelvo a repetir que nunca encontraran los independentistas un Presidente del Gobierno de España más “sereno y proporcional” que Pedro Sánchez. Están desaprovechando su mejor oportunidad. Ellos sabrán por qué.