¡QUÉ afortunado es Pablo Casado! Ha ascendido a comandante en jefe pepero y todavía conserva la inocencia de la juventud. Aún se comporta como cuando lideraba la sección Clan TV del PP, que consiguió que el canal de dibujos animados de Televisión Española permaneciese sintonizado durante las 24 horas en la sede central del partido. Vamos, que el consumo de rayos catódicos en dosis masivas es beneficioso. Es verdad que debió de ver a escondidas otras cadenas. Seguro que un día zapeó a hurtadillas, se enganchó a los programas de adultos y llegó a razonar como nunca lo haría un adicto a Peppa Pig o Bob Esponja. Pero, eso sí, conservando el ramalazo de la candidez. Porque a la sencillez mental hay que atribuir su idea de que la Policía Nacional y la Guardia Civil manden sobre los Mossos y la Ertzaintza. No por la propuesta en sí misma, ni siquiera por la recentralización de competencias que supondría, sino por que lo primero que tendría que hacer es subir los sueldos a los cuerpos estatales; rechina un poco de más que jefe cobre menos que el subordinado.