OSCAR Wilde sabía de la importancia de llamarse Ernesto y la plasmó en un libro. Pero Oscar Wilde era irlandés y lo ignoraba todo sobre la importancia de llamarse Iker. Por ejemplo, Iker Jiménez, hijo putativo de Jiménez del Oso y de J.J. Benítez, especialista en misterios y avanzado para su tiempo, pues ya anda por el cuarto milenio, nunca dudaría de que el hombre llegó a la Luna. En cambio Iker Casillas, aquel portero del Madrid del que se aseguraba que era un espía en el vestuario y después se descubrió que en realidad era un topo, porque con frecuencia ni veía los balones que iban hacia su portería, nos ha salido conspiranoico y ha confesado en Twitter que no se cree que Armstrong pusiese el pie en el satélite terrestre. El ministro astronauta, Pedro Duque, ya ha salido a decirle que parece parvo. Eso sí, lo ha hecho con la precisión y la delicadeza de un viajero del espacio. Uy, uy, que da la impresión de que los goles no se los metían por sus problemas oftalmológicos, sino porque se pasaba los partidos a la luna de Valencia. FOTO: pedro duque, de misión en la tierra | aec