Revivir las dos Españas: ¡Qué pena!

Este país llamado España, en su conjunto, lleva más de doscientos años dividido en dos bandos: los que se autodenominan “buenos”: poseedores de las verdades eternas, tradicionalistas, monárquicos o dictadores, apoyados en las instituciones católicas, el capital y en momentos decisivos, por el estamento militar; opuestos a ellos señalan a los progresistas, liberales, de ideología varia y libres de practicar otros credos, en su mayoría forman la masa del pueblo, y son “identificados” como rojos, marxistas, filomarxistas o comunistas, y siempre equivocados en su actuar.  Si ustedes se fijan, cuanto más se iguala la sociedad menos se notan las diferencias, porque los conservadores se enriquecen con el consumo de la masa, y ésta, a su vez,  si tiene trabajo, gasta el dinero y adquiere propiedades que les llevan a compartir compromisos como los ricos. Si económicamente las cosas van mal, se agravan los enfrentamientos, porque, por un lado el pueblo no tiene trabajo y deja de comprar, y por otra parte el capital ve disminuir sus ingresos y acusan al pueblo de que los están hundiendo. De forma simple, deducimos, que no pueden vivir unos sin los otros. Lo anormal es que no traten de arreglarse porque la tranquilidad de uno depende del bienestar del otro.
En una de las últimas tertulias en la TV que contaba con participantes de varios partidos políticos y de periodistas que se hacían llamar independientes, se pudo ver el enfrentamiento crispado por parte de un veterano redactor (del bando de los buenos) al que se le encendían los ojos cuando se enfrentaba, malignamente (ahora lo explico) con un responsable del partido Podemos.  
Los argumentos que esgrimía vehementemente el periodista profesional eran esencialmente tres, que si gana las elecciones Podemos: combatirán la propiedad privada, acabarán con las pensiones de los jubilados, y están mintiendo porque a los “trabajadores de su radio/TV La Tuerka les pagan 400 euros y no se atienen a la legislación vigente dentro del sector laboral del periodismo.
Sin duda esos chicos (que no son santos ni pueden serlo en este mundo rodeado de heces), saben defenderse solos. Pero es necesario recordar que todavía no se pueden quemar en la hoguera, porque no han cometido ningún desfalco, no se han apropiado del dinero público para intereses personales, no han evadido sus capitales al extranjero,  no han colocado de asesores y demás a sus familiares y amigos, entre otras muchas lindeces.
Decía, que el periodista que intentó acallarlo actuaba malignamente porque no puedo creer, que ese avezado señor no sepa lo que es la comunicación alternativa y su forma de manifestarse a través de: pancartas, altoparlantes, radio, o televisión. Se empeñaba el atacante en que  “La Tuerka” , al igual que una hoja parroquial, o un boletín de asociación de vecinos, exalcohólicos, sindicatos, o de padres de niños con parálisis cerebral, actúan y deben comportarse laboralmente como El Mundo, ABC, La Razón o El País. No es lo mismo para nada, de nada. Primero, los medios alternativos no forman empresas, no tienen como objetivo el rendimiento y lucro económico; no existe una estructura vertical de mando, la comunicación es horizontal “todos tienen derecho a escribir y a decidir”, normalmente no hay asalariados, porque, normalmente, tampoco hay entrada de dinero, suelen ser voluntarios o fieles seguidores. Si esos señores de Podemos reciben un dinero de donaciones o de subvenciones, demuestran bastante generosidad y justicia gratificando a los que les ayudan, pero no podrán comprometerse a hacerles un contrato porque no ven forma de mantenerlo. La finalidad de los medios alternativos suele ser de carácter propagandístico, educativo, afectivo o de solidaridad, entre otros muchos. Son un ejemplo de altruismo, humanismo y filantropía. Un catálogo de los medios alternativos que existen en una sociedad nos indica, esencialmente, la infraestructura social formada por las distintas asociaciones, y el baremo de libertades que se vive.  En un país autoritario la única comunicación alternativa es la clandestina.
Sobre los otros argumentos casi no hay nada que decir. Si los nuevos grupos socio-políticos surgidos en España del descontento radical fuesen contra los obreros, o los pensionistas, no tendrían razón de existir, porque ocuparían el espacio de partidos avejentados que demuestran saber hacerlo demasiado bien para fastidiar.
Algunas veces hay que recurrir a términos marxistas para explicar ciertas situaciones, por ejemplo “la falsa conciencia”. ¿Han pensado los partidos de derechas que quien les concede la mayoría son los proletarios?, ¡acaso piensan que hay en España cuatro millones de ricos!. ¿Cómo se ganan esas voluntades?, con campañas de propaganda que no enseñan a pensar, a criticar y a juzgar, muchas de ellas basadas en falsas verdades, y, de otra forma, manteniendo la ignorancia.
Lo de quitar las pensiones tampoco se sostiene, se las quitarían a ellos mismos y a sus familias, que seguro no tienen otro recurso sustitutorio. Otra tema es limitar las pensiones más altas, que normalmente coinciden con familias adineradas que tienen recursos más que suficientes y la pensión es para ellos “peccata minuta”. Con la acusación sólo tratan de meter miedo a los más pobres e ignorantes.
Por último, queda eso de “expropiar el piso”, menuda incoherencia, que los mismos que crearon plataformas antidesahucios se vayan a dedicar a expropiar la vivienda. Además estudios actuales de sociopolítica indican que la defensa de la propiedad privada es un paradigma actual que iguala a los conservadores con la izquierda. Estamos en tiempo de cambios y hay que aceptarlos.
El espectáculo que representan en las tertulias, los conservadores que disparan a matar contra los partidos nuevos de los jóvenes, recuerda la dialéctica de la Segunda República para acabar con ella. En el contexto actual hay un dato muy importante, los jóvenes están muchísimo más formados e informados que los del siglo XX e incluso, que muchos adultos y responsables políticos actuales. La mayoría tienen estudios básicos o especializados, la mayoría se maneja muy bien con aparatos electrónicos que les intercomunican, la mayoría ha viajado y conoce otros modelos sociales. Es muy difícil hacerles tragar ruedas de molino, además, no se asustan con castigos eternos porque no creen ciegamente en dioses falsos. Demos libertad a los jóvenes siempre que sigan manteniendo la justicia, libertad y amor; y terminemos con la violencia institucionalizada.

Revivir las dos Españas: ¡Qué pena!

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