El miércoles pasado, la Fundación María José Jove presentaba en A Coruña el programa “Tribus emocionalmente inteligentes”, una acción formativa dirigida a padres, niños y educadores cuyo objetivo es enseñarles a gestionar y controlar las emociones, trabajar lo que los sicólogos llaman la inteligencia emocional.
El azar quiso que la noticia de esta buena iniciativa para la comunidad educativa apareciera el mismo día que los medios de comunicación publicaban la redada efectuada en Valencia por la Guardia Civil que acabó con la detención de una veintena de políticos pertenecientes al Partido Popular.
¿Y qué tiene que ver el plan formativo de la Fundación Jove con los hechos de Valencia? Nada que ver, simplemente que invita a dejar volar la imaginación en una asociación libre de ideas para pensar que sesiones de autoayuda y control emocional como esas les vendrían bien a los miles de afiliados y cargos honrados del Partido Popular para controlar su indignación al conocer que compañeros de partido actuaron como una banda de malhechores, una red mafiosa.
Tiene que ser descorazonador para los Feijoo o Rueda y para los miles de cargos y alcaldes populares constatar que, mientras ellos trabajan con limpieza, vuelve a aparecer la corrupción, otra vez en Valencia, protagonizada por sus conmilitones que cometieron un sinfín de tropelías para su enriquecimiento personal y financiación del partido con la variada tipología delictiva de prevaricación, cohecho, tráfico de influencias o sobornos.
Tanta indecencia acumulada –llueve sobre la Gürtel, Púnica, Bárcenas, Rato, Acuamed y habrá más casos– fue posible por la manifiesta desidia de la dirección nacional del partido, presidente incluido, que no ha controlado y expulsado a estos ladrones, saqueadores de recursos públicos, que manchan la imagen de tanta gente limpia y del propio partido que si no lo refundan regenerado y limpio puede desaparecer.
“Imposible lo habéis dejado para vos y para mi”, decía el Tenorio. Imposible para los populares que no merecen seguir al frente del gobierno, y muy difícil para que los cargos y militantes honestos contengan su ira ante estos sinvergüenzas que contaminan y hasta destruyen su reputación.
Visto desde fuera, tiene mucho mérito su serenidad y el control de sus impulsos de rabia e indignación, como si ya hubieran participado en las sesiones de las “Tribus emocionalmente inteligentes” organizadas por la Fundación Jove.