Cuando Marta Míguez formó parte de la delegación española que acudió a Sidney 2000 no hubo barullo, casi nadie se enteró. Ir a unos Juegos Olímpicos es más o menos como ser candidato a los premios Nobel, pero conociendo la mentalidad imperante a uno y otro lado de Pedrafita... mujer y lanzadora de jabalina... el silencio fue absoluto. Ahora, en cambio, tras su destitución como secretaria xeral para o Deporte, vaya si ha habido barullo. Se botaron foguetes en todo o país y no para celebrar su marcha, sino para todo lo contrario, para felicitarla por su ejemplar trabajo en la Xunta. Los deportistas y las federaciones son unánimes; eso es lo que vale.