ECONOMÍA Y POBLACIÓN

No hace mucho tiempo el exprimer ministro Tony Blair confiaba al escritor y novelista británico Martin Amis que en las cumbres internacionales el tema del envejecimiento demográfico sólo podía ser abordado “entre susurros”. Y es que, cargado como está de tantas implicaciones de todo signo y alcance, termina por resultar incómodo y poco grato. Pero sea como fuere, lo cierto es que se trata de un problema no menor que, visto desde una pura perspectiva económica, está poniendo ya plomo en las alas de la prosperidad europea.

El envejecimiento demográfico está poniendo ya plomo en las alas de la prosperidad europea

 

Lo que no admite dudas –dicen los expertos– es que no hay crecimiento económico sin crecimiento de la población, lo cual es especialmente importante en estos tiempos de crisis y recesión. Más gente significa más personas que pueden trabajar y crear riqueza, así como una mayor demanda de bienes de consumo y duraderos. Cuando la población envejece, disminuyen el consumo –salvo el de servicios sanitarios– y la inversión.

Por otra parte, el porcentaje creciente de población jubilada obliga a los Gobiernos a incrementar constantemente la presión fiscal para sostener el gasto sanitario y de pensiones. O a recortar prestaciones. O a ir dejando progresivamente a colectivos varios un tanto a la intemperie. O a todo ello a la vez. En realidad ya lo están empezando a hacer.

En nuestra crítica España lo estamos viendo estos mismos días. Sólo en nuestro país el coste de las pensiones crece 5.000 millones de euros cada año. Y sólo en nuestro país en apenas tres décadas los mayores de 65 años serán más del 32 por ciento de la población total frente al 17 por ciento que hoy representan.

Por lo que a Galicia se refiere, no admite dudas que la situación demográfica es uno de los principales problemas estructurales con que aquélla se enfrenta. Y problema, además, que, a la vista de las proyecciones existentes, tiene visos de incrementarse en el futuro. En este sentido parece más que oportuno el que la Xunta, con su anunciado plan de dinamización demográfica, haya colocado en el debate público la puesta en marcha de políticas orientadas a modificar las tendencias poblacionales de la comunidad.

Baste, por último, un dato más que elocuente que sobre la relación entre la economía y la población aporta el profesor Francisco José Contreras en el penúltimo número de los “Cuadernos FAES”. Es el siguiente: si desde 1980 el crecimiento del PIB norteamericano ha sido, como promedio, un punto anual superior al de Europa, nada menos que el 80 por ciento de ese diferencial se debe a la mejor posición demográfica de los Estados Unidos: 2,1 hijos/mujer frente a los 1,6 hijos/mujer de nuestro en verdad viejo continente.

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