Una misión imposible

A falta de uno, Podemos envió dos embajadores –la reputada socióloga santiaguesa Carolina Bescansa y el tierno herbicida Pablo Echenique– a reunirse con la cúpula de En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico y ahora sabe Dios qué, para tratar de desencallar las negociaciones sobre la alianza electoral. Difícil misión, pues los mareantes, por mucho que digan, solo se preocupan de lo suyo y no hay quién los apee del burro. Basta con observar el comportamiento del Luís Villares, virtuoso de la gaita y zanfoña a quien los alcaldes siameses han ungido como candidato. Cuando aún faltaban 24 horas para que concluyese el plazo de matrícula en las primarias, ya anunció que se presentaría a la Presidencia de la Xunta encabezando la lista de Lugo. La dactilocracia –el gobierno del dedazo– es la dactilocracia y aunque en Podemos se manejen muy bien con ella, la xente do común le lleva ventaja. ¿Es difícil o no la misión de los embajadores morados? Ni Tom Cruise lo tendría fácil para triunfar.

 

Una misión imposible

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