Último minuto. Penalti. Riazor levanta la vista al cielo. El pájaro de mal agüero despliega sus alas. Alas negras. Esto ya lo he vivido yo. No es el penalti de Djukic, pero se le parece. El deportivismo se encomienda a la corte celestial blanquiazul. San Arsenio, San Fran, Bebeto eres Dios, incluso a algún ángel caído. Carlos Fernández coge carrerilla. Es una carrerilla corta. ¿Por qué no da tres o cuatro pasos más? Chuta con la izquierda, a media altura. Gol. Antes de empezar el camino hacia el balón no tomó aire con brusquedad. No estaba desencajado. ¡Qué pena que hace veinticinco años no jugase contra el Valencia!