Políticamente hablando, en las venideras elecciones decidiremos Parlamento, Gobierno y afrontaremos el fin del bipartidismo; socialmente hablando nos jugaremos bastante más.
Una reflexión sobre la actual situación política, como siempre convulsa, no ahora más que otras veces, nos lleva a pensar que el ciudadano va a decidir -más que sobre siglas, partidos, la izquierda o la derecha- dos claras posturas que marcarán nuestro futuro. La Historia es recurrente.
“Han pasado casi tres años con momentos complicados y consciente de que todos hemos hecho un esfuerzo siempre con el objetivo de “mejorar la vida de los ciudadanos”.
Son palabras del discurso de despedida de la Presidenta del Congreso, Ana Pastor. ¿Podemos creer que toda la clase política se ha esforzado para mejorar la vida del ciudadano medio defendiendo los intereses de la mayoría y aparcando los suyos?
“Es obvio que habría que parar el proceso que no está siendo de descentralización sino de deconstrucción total del Estado”. “Yo propondría que tomemos medias de integración, puesto que lo que nos amenaza es la desintegración, en referencia explícita a la lengua y la educación”.
Son palabras del recientemente fallecido José Pedro Pérez-Llorca, uno de los padres de la Constitución, con un expediente académico y sobre todo profesional, prácticamente imposible de encontrar en la política actual.
La sociedad clama que se luche contra la corrupción y el nepotismo, instalados en todos los partidos políticos que tocan poder, destacando “los maestros del tres por ciento”. Una sociedad ya harta de la corrección política de la “España de todos y todas” que empieza a ser una verdadera mordaza a la libertad de expresión de muchos ciudadanos.
El 28 se va a decidir entre un país unido, con una mínima uniformidad en normas, educación sanidad, seguridad jurídica, respetuoso con las leyes y los cambios consensuados u otro donde los intereses de unos pocos impongan sus criterios.
Se decidirá entre un Gobierno que busque instituciones inclusivas donde la mayoría de la población tenga su espacio y oportunidades u otro que facilite las extractivas, compuestas por los apellidos de siempre, para elevar la presión fiscal sobre el ciudadano medio y paliar así el gasto público desbocado, que roza el despilfarro.
Se decide entre unos políticos que se esforzarán en lograr un mejor nivel de vida para sus ciudadanos o los que se afanaran en buscar nuestras diferencias para dividirnos y alcanzar sus propias y minoritarias aspiraciones.
Se tendrá que elegir entre un populismo que dispara el déficit público con gastos innecesarios concediendo prestaciones sociales que sabe que no podrá pagar -como advierten tanto la Comisión Europea como el propio Banco de España- o una gestión económica real y rigurosa, que contemple el crecimiento económico, no sin reconocido esfuerzo, y prioridades como las prestaciones de dependencia, pensiones o sanidad.
Habrá que decidir entre un posicionamiento constitucional, que respetando el pasado sepa perdonar y buscar la unión para mirar hacia delante logrando la mejora de la mayoría u otros que escudándose en los problemas, lógicos de los tiempos actuales, anhelan desmantelar al Estado minando sus instituciones claves como la Corona, las Fuerzas Armadas y de Seguridad o el Poder Judicial y su independencia.
En cualquier lugar de la Unión Europea, en momentos difíciles, veremos a partidos políticos defender sus diferentes puntos de vista para superar crisis, pero siempre pensando en el beneficio del conjunto de la sociedad, no el de unos pocos y nunca intentando desmantelar su país
En todos los países de la Unión Europea se respetan sus instituciones y las Fuerzas Armadas son bienvenidas a todo evento. Aquí la política localista excluyente le pone trabas a la presencia del Ejército en una feria de enseñanza enfocada a los jóvenes.
Días atrás miles y miles de ciudadanos visitaban al buque insignia de la Armada, mientras los mismos políticos localistas y lo más grave el propio partido en el gobierno, ponía trabas a la entrada en puerto. ¿Representan realmente estos políticos el sentimiento ciudadano o persiguen sus propios intereses?
Las urnas dirán si queremos continuar e incluso mejorar una Constitución que dio paso a la etapa más prospera de la historia de este país o por el contrario volvemos a mirar atrás y a las dos Españas
El próximo 28 de abril, decidirá la política o la sociedad, es nuestro turno.