Las exigencias de la nueva normalidad hacen que para acudir a los conciertos de las fiestas de A Coruña haya que reservar un asiento, que, por supuesto, está a una distancia prudencial respecto al resto. Con un aforo imitado a cuatrocientas personas y un sistema de reserva tan cómodo como hacer click en una página web, las localidades para la actuación inaugural volaron en pocas horas. Sin embargo, un cuarto de las sillas se quedó vacío y un buen número de coruñeses que sí tenía intención de ocuparlas no tuvo la oportunidad. Ya se sabe que lo gratis tiene un imán y que lo de pensar en el de al lado no se lleva. Lo tradicional es acaparar y desaprovechar y ya estamos mayores para cambiar de costumbres.