Detrás de esa nueva sonrisa que nos regalan los políticos, escondida tras esa máscara de promesas, de esas migajas de cultura, de esa mirada amable, se esconden años de ninguneo, años de desprecio al ciudadano, de subidas de impuestos, de corrupción sin señales de solución, de ganancias bancarias, de desahucios, de no poner límite a los desvaríos de un sistema financiero que cualquier Quijote moderno combatiría, como dice Juan Goytisolo: “Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia”. Así acaba su discurso del Premio Cervantes 2014, corto y contundente, de una persona insobornable que se sitúa en la bendita oposición para no sucumbir a los cantos de sirena de un poder que nos volvería locos, pero no una bendita locura quijotesca sino de esas invalidantes y poco creativas, de las que nos hacen votar como si fuéramos zombies. Sí, la locura de este sistema viene para instalarse, esto no es pasajero, no hay salida a la crisis, solo el precario agradecido por no ser excluido, una nueva forma de esclavitud.