Tiempos revueltos

Tiempos de confusión e ideas revueltas es, como se sabe, frase coloquial al uso en la tradición escolástica, para describir desajustes heréticos en el recto pensamiento y en la recta intención de sus conclusiones teológicas. O sea, cuando asoma y se presenta como virtud y paradigma, con pretensión de corpus doctrinal, lo que es su justo contrario, baste decir el anticristo en sus variadas formas potenciales. Pues por ahí le anda la deriva cotidiana en esta sociedad española de ahora mismo, naturalmente en su versión política, y con los reflejos sociales que va condicionando de modo tan pernicioso y lesivo, tan peligroso también, naturalmente, y tantas veces, por igual, tan ridículo, tan expresivo de una atrofia de las inteligencias, de una pavorosa ausencia de discursos elaborados, de una mínima dignidad cultural que apenas nadie parece tener. 

Que ni pintado para el presidente del gobierno en funciones, cómo decir, diversas, que lo mismo se va de viaje, que se va de viaje, que se va de viaje, por parafrasear en cadencia e intención a la rosa de Gertrude Stein, es así que un tal Joan Ramos Toledano, a lo que parece doctor en filosofía del derecho, y por el que tengo que confesar alguna simpatía porque se adorna con la misma edad que mi hija, claro que sólo por eso, pues que tuvo la ocurrencia de escribir un montón de páginas glosando en crítica cómo ve él la propiedad digital de la cultura, y atención quien lea que puede haber sorpresa, y hasta no sé si también premio… Defiende este chico la tradición japonesa, ojo, japonesa, repito, que es importante para quien no la conozca, yo mismo, sin ir más lejos, a ver, y usted tampoco, no diga que sí, y si la conoce que le den lustroso diploma… Defiende Ramos Toledano, ay, vaya lo que defiende... ¡ Que se pueden tomar prestados temas, personajes, ambientes de otros autores, sin que ello sea visto como plagio o ataque alguno a los derechos de autor, antes al contrario –aclara- la sociedad japonesa lo considera culturalmente enriquecedor…! Fácil, fácil, que le caiga un ministerio a este chico, pero fácil, de un momento a otro; desde luego, como mínimo, está ya en lista de agenda preferente con méritos probados. 

Con todo, como síntoma de caricatura y flaqueza moral de una sociedad francamente desnortada, no es tanto lo que expresa respecto a esa bonita variante del plagio como virtud, cuanto a su condición de doctor en filosofía del derecho. Y es que es para preguntarse qué cuerpo y en qué momento habrá tomado este Ramos Toledano la filosofía, nada menos que del derecho, tal cual fuese purga, y porque así ya a poco le quedó escuálida la filosofía, y del derecho casi sin noticia, todo torcido, y bien torcido, como es de ver, eso sí, a la japonesa, el plagio, digo. Y su presidente, el viajero y su sombra, claro, tan contento.

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