El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está dispuesto a pasar a la historia sea como sea. Su campaña electoral estuvo cargada de promesas irrealizables y de ocurrencias increíbles para cualquier demócrata europeo. Su defensa de la tenencia de armas, el supremacismo americano y la batalla contra la inmigración, con la intención de construir un muro en la frontera con México son algunas de las políticas que marcan la gestión de este empresario al frente del país más influyente del mundo. A todo ello se añade su tono beligerante vía tuiter, que es como se comunica con el mundo, con amenazas directas y sin disimulo diplomático alguno. Al estilo del niño de los famosos zumos, Trump siempre está dispuesto a llamar al ejército para solventar discrepancias sin importarle un ápice lo que pueda pensar u opinar la comunidad internacional. Y en Corea del Norte encontró la horma de su zapato con un Kim Jong-Un dispuesto a cualquier locura con tal de mantener a su población subyugada.