Todo tiene un inicio y un fin, a veces nada es lo que parece y la Marea está empeñada en hacer las cosas al revés, sabiendo que para gobernar el municipio no cuenta con una mayoría que le permita llevar a cabo sus proyectos. Para un mayor incordio el responsable de mercados, Alberto Lema, pretende sacar una ordenanza que no convence a los placeros ni tampoco a la oposición municipal, ya que esta última reclama un informe para su estudio y como no se presentó al pleno sucedió que le dio para atrás a la polémica ordenanza de la plazas y esta quedó sin aprobarse por el momento. Dicho concejal, en lugar de retirar su propuesta y esperar a las negociaciones con la oposición, dejó entrever en la discusión su agrio proceder: “Cando queiran falar de futuro, recordarémoslle o día de hoxe”. Una lapidaria frase que dice muy poco del talante negociador de Lema y menos de su capacidad para desempeñar el puesto que representa. Lo cierto es que el presente es una realidad, mientras que el futuro es etéreo e incierto, por lo tanto sobran alforjas en este viaje.
Por su parte, los placeros le recriminan que el Ayuntamiento no conteste a las peticiones enviadas por registro, ya que a sus demandas tienen que hacer caso, lo que desean estos trabajadores es hacer una negociación con calma y sentido común y no que el concejal les ataque con su dialéctica por haberse enturbiado todo políticamente, lo cual requiere una solución paciente que lleve la tranquilidad a todo el mundo y evite los enfrentamientos, ya que de este modo se agravan las relaciones entre los placeros y el consistorio, lo que a la larga traerá más problemas a la Marea. Quiero recordar que así comenzó el Bloque cuando llegó al Ayuntamiento y ese enfrentamiento con los titulares de las plazas coruñesas acabó por desalojarlos de María Pita, hoy solo mantienen una triste representación. ¿Quiere la Marea repetir la misma historia?
El equipo municipal tiene que convencerse que no le queda otra que gobernar con la ayuda de la oposición, haciendo las cosas con moderación y sentido práctico de la realidad en la que vive, no ignorando a ésta, porque gobierna en minoría y la situación tal como está no conduce a ninguna parte, por tanto las ordenanzas tienen que salir de un consenso de diálogo y trabajo, todo lo demás es hacer un salto al vacío sin sujeción alguna. La Marea fracasó en su intención y debe admitirlo, debido a que la ordenanza que quería aprobar no contaba con el visto bueno de ninguno de los actores interesados.
Ahí está el error, hay que corregir actitudes y ser más benevolentes y no convertir la ciudad en una constante lucha de poder por el poder, para evitar situaciones bochornosas como las que se vienen sucediendo de un tiempo a esta parte.