Pensiones en campaña

Siempre se dice lo mismo y nunca se cumple. Siempre se dice que las pensiones han de quedar fuera del debate partidario y electoral y nunca resulta así. Es la historia de nunca acabar. Pero hay que reconocer que el tema es muy tentador: casi nueve millones de votantes son pensionistas. Por no hablar de los muchos que están a la espera. Todo un suculento caladero electoral.

No es nueva la utilización electoralista de las pensiones. Como se recuerda estos días, apretado por las circunstancias políticas del momento,  el entonces aspirante a su cuarto mandato, Felipe González, acusó en 1993 a José María Aznar de que la rebaja fiscal que éste prometía en su programa significaría para cada pensionista una merma de 8.000 pesetas. 

Y parece que el jaque surtió cierto efecto: el candidato socialista se impuso en las urnas, aunque con su registro más bajo. Dos años más tarde (abril 1995) llegaría el Pacto de Toledo: una inicial quincena de recomendaciones, cuyo mensaje de mayor calado, más allá de los aspectos técnicos, fue que las pensiones quedarían al margen de la refriega electoral. 

Pero en las mismas estamos casi veinticinco años más tarde. En esta ocasión, el tema ha entrado de lleno en la campaña a raíz de unas declaraciones del economista de cabecera del Partido Popular, Daniel Lacalle, en las que señalaba que en muchos países el debate había sido no cuánto se revalorizan las pensiones, sino cuánto se recortan. 

No se refería a que ésta última fuera la actual pretensión del Partido Popular. Pero a Pedro Sánchez le vino la ocasión como anillo al dedo  para, sacando de texto y contexto las manifestaciones en cuestión, emular a su antecesor, ponerse a echar cuentas y concluir que el supuesto ajuste que el PP preconizaba reduciría la pensión media de 986,7 a 592 euros.

Detrás llegó el secretario de Organización del partido y coordinador general de la campaña, el también ministro Ábalos, para con el tono tremendista de las grandes ocasiones y sin el menor rubor hablar del propósito popular de “aniquilar” el sistema. La campaña –debió de pensar- es la campaña.

Ha dado igual que Lacalle y hasta el propio periódico que publicó las declaraciones denunciaran  con rapidez y rotundidad el uso torcitero que se estaba haciendo de la supuesta propuesta. El hecho es que Partido Socialista, izquierda en general y buena parte del sistema mediático han exprimido al límite una acusación falsa para hacer pura y dura campaña. 

La imperiosa necesidad de abordar con reformas de calado uno de los principales problemas que tiene el país cual es éste, quedará para mejor ocasión. Si es que llega. Si es que el Pacto de Toledo termina por  alumbrar sus nuevas recomendaciones y los grandes partidos se ponen de acuerdo. “Largo me lo fiais”, que diría el don Juan de Tirso y Zorrilla.

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