Si ustedes leen esta columna habitualmente sabrán que vengo insistiendo en que los grandes partidos han olvidado que la ciudadanía se mueve por emociones. Se han instalado en un pragmatismo político que los aleja de la realidad cotidiana de los españoles y por ello, cada vez que hay unas elecciones sufren varapalos que no son capaces de asumir deportivamente y lo que es peor, no los saben interpretar.
El PSOE especialmente, pero también el PP, han sido castigados en las urnas andaluzas con contundencia eso sí, con una diferencia sustancial: Susana Díaz es un cadáver político mientras Moreno tiene en su mano la presidencia de. Y la tiene en su mano no por méritos propios si no por la aritmética política cuyos sumandos solo pueden dar un resultado.
En su pragmatismo, el PP da por bueno el revés electoral si acaba presidiendo la Junta, pero no sé si está sabiendo entender el mensaje del electorado ni si valora la decadencia de sus resultados. Pienso que algunos pensadores populares estarán en ello y para ellos hago esta reflexión por si les sirve. Ciudadanos crece y lo cierto es que lo hace en cada convocatoria electoral. Y todo a la sombra de las emociones que fue capaz de suscitar en Cataluña, no se le conoce otro mérito, pero le está sabiendo sacar réditos hasta que los independentistas sigan manteniendo la tensión.
Cada vez que son acosados en las calles catalanas, se produce una reacción a su favor que no hace más que alimentar las emociones que los mantienen. Sin el lío catalán, Cs no tendría argumentos. Ahora tendrá que retratarse en Andalucía y levanta muchas dudas por su querencia a la izquierda, provienen del Psc y han firmado un acuerdo fallido con Sánchez además de haber mantenido en el poder al Psoe andaluz los últimos años.
Como broche aúpa a la cabeza de su candidatura en Barcelona al socialista y ex primer ministro francés Vals. Cs está a gusto con los socialistas y lo tiene sobradamente acreditado. Raro me parece que se asusten porque hay quien llama fascistas a los de Vox, teniendo en cuenta que a ellos mismos en su tierra los llevan llamando lo mismo desde hace unos años. El insulto “fascista “es una demostración del descalabro intelectual que sufre la izquierda más asilvestrada. Aquellos que llaman fascistas a Cs o a Vox no saben de lo que hablan, no conocen el término ni su significado y me alegro por ellos, porque significa que no lo han sufrido. Por su parte Vox también se alimenta de emociones, la defensa sin complejos de su españolidad hace que muchos se identifiquen con ellos y eso explica que, tras su éxito en Andalucía, la marcha “verde “se esté extendiendo por toda España. Y ahí aparece un desquiciado Iglesias llamando a las trincheras anti fascistas. Un loco sin duda, pero un irresponsable cuyas incendiarias declaraciones pueden derivar en consecuencias indeseables para todos. El problema de Podemos es que tuvo en su mano emociones que le dieron éxito, pero las utilizó torticeramente y se le están viniendo abajo.
La sangría de Podemos en las urnas es el resultado de la traición al 15 M y su indecente aprovechamiento del dolor sincero que aquella fecha recogió. Sepan pues, que todas estas reacciones al voto que Vox recogió de los andaluces que votaron en libertad solo hacen que alimentar sus emociones. Los que toman calles o incendian contenedores, los que hacen “escraches” y queman banderas no están siendo los de Abascal. Si creemos en la democracia, debemos respetar las decisiones del pueblo no hacerlo así, no es democrático.