Aprendan de Cuba

este Gobierno tan preocupado por los bulos, donde bulo se identifica con una crítica a los miembros que se sientan en el Consejo de Ministros, actúa con escasa resolución y -siendo alguno de sus miembros tan anticlericales- con los tradicionales pellizcos de monja. Que si preguntitas en el CIS (Cocina de Intervención Social, antes de Tezanos Centro de Información Sociológica) sobre la conveniencia de una buena censura; que si arrastrar el buen nombre de la Guardia Civil, ordenando a sus honestos agentes a espiar para controlar a los críticos con el Gobierno, tal como admitió un equivocado general; que si educadas amenazas a la disidencia nada efectivo de verdad.
Hay que enviar a alguien de Podemos a Cuba, esa dictadura tan afín al realismo social, y aprender de la llamada Ley Azote, una disposición que pone a cualquier periodista que no lance vivas a la Revolución a los pies de la sanción.
En un país donde el sueldo suele ser de 50 euros al mes, como pillen a un periodista comentando que las cosas contra el coronavirus se podrían hacer algo mejor, le meten una multa de 120 euros. O le quitan la custodia de los hijos. O le meten en la cárcel. Eso es una Ley como la Dictadura Marxista manda, estalinismo en estado puro y sin actitudes vergonzantes, ni disimulos. Tiene razón el miserable vicepresidente del Gobierno -según él miserable es el que politiza los muertos- “Politizar el dolor, hay que hacer que el dolor de los que sufren se transforme en propuestas políticas para cambiar la realidad”. Dejémonos de intentos disimulados de instaurar la alarma de la censura, que es lo mismo que censurar durante el estado de alarma, y pongámonos a cambiar la realidad. Como en Cuba. Que vaya la primera dama de Podemos a Cuba, ahora que ya no celebran fiestas con tarta en su ministerio y, a la vuelta, aleccione con lo que hay que hacer en España.

Aprendan de Cuba

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