Con la salud no se juega. Seguro que muchos de ustedes han escuchado esta expresión más de una vez y, probablemente, también la hayan pronunciado en alguna ocasión porque, ciertamente, es lo más preciado del ser humano, un elemento imprescindible para el bienestar y, por suerte, en sociedades avanzadas como la nuestra, un derecho al servicio de todos.
Es indiscutible que para prestar un servicio sanitario de calidad, como el que disponemos, es necesario destinar una cantidad ingente de recursos humanos y materiales que tienen un coste muy elevado para el erario público.
La sanidad, junto a la educación, son aspectos innegociables para la sociedad actual, que es capaz de comprender la falta de inversiones, necesarias por otra parte, en ciertas infraestructuras, en aras de tener la tranquilidad de que se contará con los mejores médicos y los más cualificados profesores.