El expediente de la Junta Electoral Central

que la Junta Electoral Central expediente a un presidente del Gobierno –aunque esté en funciones– es un hecho inédito que más que por las sanciones, simbólicas, que pueda acarrear, tiene relevancia por su significado político. Que hay líneas que no se pueden cruzar, que no todo vale y que los nombres no tienen más peso que las normas.
Un salón del palacio de La Moncloa fue escenario de una entrevista concedida por Pedro Sánchez poco después de la exhumación de Franco. Una conversación en la que, considera la Junta Electoral, realizó declaraciones impropias de la precampaña y en la que –este es realmente el motivo de la sanción– un candidato a la Presidencia hizo uso de un elemento perteneciente al Gobierno de España como es La Moncloa.
En los últimos tiempos los partidos tienen que hilar muy fino con sus mensajes, su imagen personal y los decorados que eligen para sus actividades. Nunca va a faltar un rival que le busque las vueltas a una palabra o un gesto y su denuncia ante la autoridad que rige el juego limpio en campaña derive en condena.
Los políticos se han ido acercando con el paso del tiempo a ese compañero de clase chivato siempre pendiente de ganarse el favor del profesor por comparación; puede que yo no sea bueno, pero el otro es peor.
Desde luego, hay pocos que tengan la hoja de faltas inmaculada. Aunque algunos han tenido más suerte que otros en cuestión de denuncias ante la Junta Electoral. En el contexto de otras elecciones generales, otro presidente que repetía candidatura concedió una entrevista en la que abordó asuntos que podían interpretarse como una petición de voto. Lo hizo desde La Moncloa. En otro salón, parece ser que menos reconocible, que el que utilizó Sánchez. Qué fina es la línea a veces.

El expediente de la Junta Electoral Central

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