Hechos, no opiniones

Las pseudoterapias son peligrosas. Lo son porque a pesar de que muchas puedan parecer inocuas, motivan que los pacientes abandonen tratamientos convencionales o retrasen su aplicación. Y lo son también porque directamente pueden matar. Así lo han explicado investigadores del hospital Ramón y Cajal en un estudio de caso en el que cuentan como una mujer de 55 años fallecía tras someterse a un tratamiento de apiterapia.
La paciente, que padecía de dolor muscular y estrés, se dejó convencer de que dejándose picar por una abeja una vez al mes estas molestias desaparecerían. Durante más de un año se sometió al tratamiento hasta que falleció por una reacción alérgica. 
Y es que, lejos de generar inmunidad, las picaduras repetidas durante un tiempo prolongado incrementan notablemente el riesgo de sufrir una reacción alérgica grave. Una investigación de 2015 publicada en Plus One explicaba como la acupuntura con abejas durante más de un año aumentaba en un 261% el riesgo de sufrir un efecto adverso.
Este solo es un ejemplo más que se añade a una lista cada vez más larga. Cada vez más proliferan terapias que se hacen llamar alternativas. 
Es cierto que la medicina tradicional no lo soluciona todo. Aún quedan muchas cosas por entender. Pero el proceso de investigación, aunque sea lento, garantiza el poder ir avanzando con pasos seguros. Las farmacéuticas no están en posesión de la verdad absoluta, pero eso no hace que estos pseudoterapeutas tengan más razón por eso.
A principios de este mes, en A Coruña se celebró BioCultura. Ya generó mucha controversia en su momento las charlas de colectivos antivacunas que finalmente no se celebraron, a petición del gobierno local. Sin embargo, se les coló una que loaba los grandes beneficios de la “apiterapia”. 
No estaría de más que las instituciones públicas se mirasen más a fondo los programas de los eventos que apoyan.
Lo curioso es que todos estos charlatanes que juegan con la salud se escudan en la libertad de expresión y en que la ciudadanía debe tener acceso de primera mano a opiniones diferentes a los del sistema más oficial. 
El error está en considerar que estos temas estén sujetos a la opinión, y no fundamentados sobre hechos contrastados. Como el estudio que demuestra que las picaduras de abeja aumentan la sensibilidad a una reacción alérgica. Eso no es opinable como tampoco lo es que dos más dos son cuatro.
 

Hechos, no opiniones

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