¿Bailas?

Llegamos al nuevo-viejo año cansados y aturdidos, con nuestros oídos supurando cera de cuatro años oyendo a los nuevos cofrades de una religión económica que solo pasan el cepillo. Ni siquiera ya nos prometen el paraíso o amor eterno, les da igual. Dinero, dinero. El nuevo canto lo interpretan un coro de demonios que han ocupado el mundo como iglesia. ¿Cuáles son las razones para quitarnos el dinero? “No se os puede dejar solos. Os creéis demasiado libres. Habéis olvidado el santo y seña. El mundo está lleno de inseguridad por vuestra culpa. Un poco de silencio entre tanto ruido. Ahora oiréis nuestro canto. Dinero, dinero”. Será la reforma protestante a través del dinero o el cuarto Reich. Lo que sea viene con mala uva, no es amigo, viene escondido en la noche y quiere hacer caja. ¿Qué van hacer después de esta orgía? Intentar devolvernos algún derecho y tímidamente volvernos a sacar a bailar. “¿Quiere usted volver a bailar, ciudadano, tengo nuevos discos?”. No por favor no, baile usted solo, me duele el alma de soportarlo. Lo malo es que vendrán otras generaciones sin memoria que cometerán los mismos errores. Solo hay que esperar a que los que no quieren bailar se mueran y cambiarán de teatro. Pero yo nunca te volveré a mirar a los ojos otra vez. Un grupo inglés de los noventa cantaba una canción que se titulaba “Dictador de un mundo libre”; el grupo era Kula Shaker y decía: “Y soy un amante, hombre de negocios, no luches más. Hundí a los tontos de mis enemigos y ahora me revuelco en el suelo. Soy un dictador del mundo libre. ¿A quién le importa el clima cuando se es un hombre tan rico como yo? Quiero hacer el amor en Guantánamo”. La verdad siempre está en silencio alrededor de nosotros. Hacer el amor en Guantánamo nos parecía imposible; ahora bailan después de una noche frenética. El peor enemigo de nuestra época es tener que bailar con el descaro. Eso que antes se llamaba cara dura. Al cara dura le da carta de naturaleza la televisión y los medios escritos y cobertura ideológica un religión elitista. ¿Bailas? No, bailaré cuando ustedes mueran. ¿Me dejan, mientras escucho la melodía, dejarles otra cita?: “Los políticos y el propio poder son abyectos porque solo encarnan la profundidad del desprecio que los hombres sienten por su propia vida”. Ah!, y los ricos también.

¿Bailas?

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