CADA día se parece menos a la chica que salió de Ferrol camino de Madrid, pero ella insiste en que sigue siendo Paula Vázquez. Profesionalmente creció y creció –¡y mira que ya es alta!–, pero ahora simultanea el trabajo con las ciberliortas. Cada dos por tres está metida en una bronca tuitera y se pone a mil por hora. Ella misma confiesa que cuando le meten caña en las redes sociales se viene arriba: “A los que me insultan les pegaría un cabezazo y les rompería la nariz”. ¡Qué miedo! Te viene un pelote desde ahí arriba y te destroza. Pero acaba rajándose: “Al final no lo hago y denuncio”. Mejor, Pauliña, que para golpes ya está la programación nocturna de Gol.