Irene Montero, ministra presuntamente proletaria y vicepresidenta consorte, parece que no se cansa de generar polémica. Ha tenido a bien asegurar que cuando las mujeres llegan a dependencias policiales para denunciar una violación se les pregunta si llevaban minifalda. Y de un plumazo ha demostrado su nulo conocimiento de los protocolos y ha insultado a todo un colectivo de profesionales que esperan una rectificación. Y le dan un consejo: si quiere mejorar la atención a las víctimas de delitos sexuales, más medios y menos declaraciones desde la ignorancia.