El puente como símbolo

Desde el 24 de setiembre Andalucía, tierra acogedora que rebosa optimismo y alegría de vivir, cuenta con un nuevo “monumento” que impresiona por su grandiosidad y belleza: el puente de la Constitución de 1812 en Cádiz, el “puente de la Pepa”, que se eleva majestuoso sobre su bahía. 
La conclusión de esta infraestructura –retrasos y sobrecoste aparte, que “bien está lo que bien acaba”– da pie para hacer unas consideraciones. Primera, que este no es un puente de un partido, sino que es el “puente de todos”. Desde su concepción en 1995 hasta su finalización contó con el impulso y apoyo de los gobiernos central, autonómico y municipal de populares y socialistas. Hasta quiso el destino que asistiera al acto de inauguración el nuevo alcalde de Podemos. 
Por tanto, hay que resaltar la confluencia de voluntades de los gobernantes del  denostado bipartidismo que supieron “gobernar para el pueblo” culminando esta segunda entrada a Cádiz, necesaria para reforzar el histórico acceso por el puente de Carranza. 
Este “puente de todos” –segunda consideración– representa un hito tecnológico mundial en la historia de este tipo de infraestructuras y está hecho por españoles. Diseñado por ingenieros autóctonos dirigidos por Javier Manterola, fue construido por empresas de aquí que utilizaron tecnología y mano de obra española, cualificada y experimentada. Es una prueba de la buena salud de las empresas y de los equipos de trabajo genuinamente hispanos que gozan de prestigio y ganan concursos para hacer grandes infraestructuras –metro, autopistas, túneles y puentes– en muchos países del mundo. 
Una última reflexión. El hecho de que la inauguración tuviera lugar tres días antes de las elecciones catalanas otorga al puente de Cádiz más valor simbólico. Si los ingenieros que diseñan, las constructoras que ejecutan sus proyectos y los políticos que financian son capaces de alumbrar una estructura tan compleja que salva distancias y une territorios y personas,  ¿por qué los políticos, que manejan ideas y modelos de país con pequeñas diferencias de matiz, no son capaces de tender puentes de entendimiento en cuestiones relevantes? 
Por poner un ejemplo, los pilares de la Constitución, el puente que une a los españoles, sufren hoy la fatiga propia de los materiales desgastados por el tiempo. ¿No valdría la pena que todos aportaran “mano de obra” en su reparación para reinaugurar otra etapa de entendimiento y concordia?

El puente como símbolo

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