ALGUIEN propuso una vez que la Confederación de Empresarios de Galicia abriese una delegación en la sede de Coren y celebrase allí reuniones al menos una vez al mes, pues la patronal era lo más parecido a un galliñeiro que había no país. Es verdad que entonces eran los momentos en los que todo el mundo quería que su cresta destacase por encima de todas, estadio que ya parecía superado, pero ¡qué va!, de nuevo volvemos al gallinero. El presidente de la CEG, el coruñés Antón Arias, defendió la idea de una consulta pactada y con garantías en Cataluña y se montó la mundial. Con las asociaciones del sur interpretando el papel de tenores se escucharon auténticas arias exigiendo una rectificación al empresario de los empresarios enxebres. Incluso se coló algún barítono que con una mala baba proverbial le reclamó que antes de pedir pactos entre los de fuera, se aplicase el cuento a sí mismo y se esforzase para conseguir el consenso en la organización que preside. ¿Quedamos en Coren?