La casa natal de Carvalho Calero en Ferrol

La situación de enorme deterioro en la que se encuentra la casa natal del profesor ferrolano Ricardo Carvalho Calero obliga a invertir 127.000 euros en la retirada de los escombros. La decisión del gobierno municipal de Ferrol en el anterior mandato de proceder a la adquisición de la vivienda, así como de otras aledañas, ya también de aquella en ruinas, con el objetivo de rehabilitar los inmuebles y destinarlos tanto a un centro de estudios de la obra del insigne lingüista y primer profesor de gallego que tuvo la Universidad de Santiago de Compostela, supuso en su momento un desembolso de 350.000 euros. A esto hay que sumarle otros 85.000 destinados poco después a tareas de apuntalamiento y preservación que evitasen el progresivo deterioro, lo que, evidentemente, no dio resultado. Todo ello a la espera de que, finalmente, pueda llevarse a cabo un proyecto, el ya mencionado, auspiciado por formaciones culturales de todo tipo y respaldado a su vez por los grupos políticos con representación en el Concello local. 
Si ya en su momento la, a todas luces, onerosa inversión que supuso la adquisición de unas propiedades cuyo valor de mercado estaba sin duda muy por debajo de la cantidad finalmente abonada, generó sobradas polémicas, nos encontramos ahora con el hecho de que la no realización de tal proyecto ha incrementado sobradamente dicha cuantía económica. En su conjunto, esta alcanza los 562.000 euros, es decir, casi 90 millones de las antiguas pesetas, una cantidad que, con toda probabilidad, espanta más al conjunto de una ciudad que se encuentra al límite de sus fuerzas y que, sobre todo, ve cómo tal proyecto no deja de afectar gravemente a las arcas municipales. Tal situación es fruto de la falta de inversión destinada a dicho fin, pero todo parece indicar que también de un absoluto interés en asumir una iniciativa que, si se hubiese visto ejecutada, evidentemente restaría trascendencia a una realidad que supera ampliamente la figura del esperpento. Sobran quienes se preguntan hasta qué punto se pueden asumir inversiones que son obligadas ante tamaña ruina y no se contemple en cambio lo que resultaría tan útil como provechoso y, desde luego, más racional, como es el proceder de una vez por todas a la rehabilitación de los inmuebles. Carvalho Calero, para quien buena parte de la sociedad ferrolana continúa reclamando incesantemente su reconocimiento en el marco del Día das Letras Galegas, a buen seguro se levantaría de su bien merecido descanso de poder contemplar tan tamaño despropósito. Ni él, ni por supuesto la ciudad, se merecen semejante agravio ni tan considerable despilfarro. Estamos por lo tanto ante una de esas decisiones que, más que suponer el beneficio social, cultural o patrimonial de un entorno, repercute en su contra más que en lo que, en buena lógica, cabría esperar. No se puede, ni se deben, admitir más dilaciones. 

La casa natal de Carvalho Calero en Ferrol

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