La catástrofe de Germanwings o antes los atentados contra turistas en Túnez han sido dos de las últimas noticias que han acaparado buena parte de los minutos de nuestras radios y televisiones así como hicieron correr ríos de tinta en la prensa. Sin embargo no quiero yo ahora aquí hacer un análisis sobre las causas de uno u otro suceso ni desarrollar más teorías sobre ellos. Aquí lo único que quiero es hacer una pequeña reflexión sobre las reacciones en las diferentes redes sociales sobre estos hechos, sobre todo en Twitter, con comentarios que muchas veces me han llegado a sonrojar. Hasta hace bien poco, los medios de comunicación se limitaban a los denominados mass media. Radio, televisión y prensa escrita eran quienes nos traían la información sobre lo sucedido en el mundo, matizada y tamizada por sus profesionales y con un casi nulo feedback por parte de los receptores de esa información. Es la aparición de Internet la que empieza a abrir el panorama y permitir una mayor interacción entre quienes generaban la información y su público. Al mismo tiempo la red permitía la aparición de nuevas formas de comunicación y medios no tradicionales que buscaban ofrecer nuevas perspectivas o poner el foco sobre hechos obviados muchas veces por los mass media. Pero sin duda el gran punto de inflexión fue la aparición y proliferación de las redes sociales, dando voz a todo el mundo de una forma nunca antes imaginada y permitiendo que la interacción entre los diferentes agentes de información de una forma casi instantánea, diluyéndose muchas veces los papeles, no siendo raras ahora las noticias en los medios tradicionales que recogen lo que en estas redes sociales se habla y dotando de un gran protagonismo al público que antes era impensable. Todo esto tiene sus pros y sus contras. Y entre lo negativo que hay es que esta facilidad de servir de altavoz para personas que muchas veces estarían mucho mejor callados. Alegrarse de que los fallecidos en Túnez fueran catalanes o quejarse de que tu programa favorito se suspende para informar de una catástrofe son solo un pequeño ejemplo de cómo a veces esta facilidad para ser escuchado no siempre es positiva. Comentarios que denotan un odio profundo o en el peor de los casos un egoísmo exacerbado, difíciles de juzgar dentro del supuesto anonimato que ofrece Internet, pero que otras veces vienen firmados con nombre y apellidos.