Buena parte de la ciudad está en obras. Plaza de España, Cantón, parque municipal, arreglo de calles... Le toca ahora el turno a la sustitución del mobiliario urbano de algunas de las vías públicas del centro más concurridas y cuyo diseño, como fue apreciado desde el principio, en absoluto se compaginaba con la pretensión de recuperar y rehabilitar la zona. Da la sensación de que hay tanto por hacer en esta ciudad, que nunca se da por hecho. Los sucesivos cambios en el gobierno municipal a lo largo de las tres últimas décadas han aportado más modificaciones sobre proyectos precedentes que consecuencias reales en la fisonomía de la ciudad. Una planificación a largo plazo parece de hecho inviable en función del rumbo de la corporación de turno. Alguien diría que más se lleva gastado en contrarreformas que en obras.