Para calentar más el segundo aniversario del 1-O y las vísperas de la sentencia del “judici”, aparece la doctrina Torra sobre el encarcelamiento de siete activistas de los CDR. “No se puede condenar lo que no existe”, dice. Así respondió a Sánchez, que le había invitado a condenar a los encarcelados por presunto delito de terrorismo. Es el último cantazo contra la razón, la lógica y el sentido común, que se suma al sentir del secesionismo: el opresor Estado español pretende criminalizarnos.
Graves acusaciones que no han topado con una común respuesta de las fuerzas políticas comprometidas con la Constitución. Al revés. La ocasión ha reverdecido la autodestructiva competencia electoralista entre el Gobierno socialista, el PP y Cs, a cuenta de la cuestión catalana. Se ha visto en las recurrentes acusaciones de ambos por supuesta indolencia de Moncloa en la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Casado, ha arremetido contra Sánchez, por ser amable con el independentismo. No solo ante las reacciones sobre los activistas encarcelados. También ante una sentencia del procés que ni siquiera se ha producido. “¿La va a respetar?”, ha preguntado el líder del PP. La pregunta lleva implícita una acusación, a título preventivo, que me parece gravísima y es infundada.
Entretanto, Torra, a lo suyo. Defiende que violencia e independentismo son incompatibles, aunque el Estado necesita criminalizarlo. La verdad es que el independentismo se autocriminaliza cuando se identifica con esta conspiración de la pólvora que, según confesión de los detenidos, pensaba utilizar explosivos para colapsar las comunicaciones, atentar en la A-7 y destruir torres de telefonía.
Hacia estos presuntos criminales se dirige la acción policial y judicial. No hacia el independentismo, salvo que se demuestre que se ha encarcelado sin pruebas a siete pacíficos ciudadanos por el hecho de abrazar determinada fe política. Estaríamos ante una acción antidemocrática e ilegal. No parece, a juzgar por la contundencia de los hechos descritos en el auto de prisión. Sin embargo, Torra declaraba el domingo que no se puede condenar lo que no existe. Tal vez esté insinuando que todo lo ocurrido sea producto de la imaginación calenturienta de la Guardia Civil, el fiscal, el juez, la malvada prensa de Madrid y los detenidos, en singular torneo sobre sus respectivas capacidades de fabulación. Si fuera así, deberían denunciarlo ¿Por qué no lo hacen?