Exposición

Hace una semana que se inauguró en el Archivo Municipal de Cartagena la exposición titulada “Mirando a la Cámara”, de mi buen amigo el alférez de navío Diego Quevedo Carmona, que por una vez y sin que sirva de precedente, saca a la luz parte de su monumental colección de retratos fotográficos de marineros de nuestra Marina de Guerra.
Entre el centenar y medio de imágenes de las que está compuesta la muestra, nos encontraremos, distribuidos de manera temática, a diversos integrantes de la marinería de la época Alfonsina.
Así, miembros de las dotaciones de los acorazados, cruceros, torpederos, cañoneros y nuestros primeros submarinos desfilarán ante nuestros ojos en un recorrido tan curioso como apasionante, con ese delicioso “sabor” vintage que sólo el color sepia puede ofrecer, y que tan de moda se ha puesto en la actualidad.
Pero en la exposición no solo veremos a aquellos futuros “lobos de mar”, que se gastaban la poca paga que recibían para hacer llegar a sus madres o novias su imagen (en la mayoría de los casos, por cierto, adornada con un sentida dedicatoria) sino que Diego, además, ha tenido el “gusto” de dar un “toque de ternura” a la muestra, incorporando algunas fotografías en las que aparecen niños uniformados de peto y tafetán, en cuyos “Lepantitos” solían lucir una cinta (de fantasía, no reglamentaria para la marinería de la Armada) con el nombre del buque que en ese momento estaba de moda, y cuyas destinatarias no eran otras que sus orgullosas abuelas. 
Yo tengo alguno de estos gorritos en casa, con una cinta que pone “España”, y que de vez en cuando hago poner a mi ahijado con objeto de comprobar la edad de su propietario original, “tortura “china” que espero que de mayor me sepa perdonar.
Ahora que todo el mundo va por la vida haciéndose selfies cada cinco minutos, no está de más que pongamos el valor lo que en aquella época representaba hacerse una foto, acto que revestía cierta solemnidad por lo quieta y cuidada que debía ser la pose, y un dispendio que no todos se podían permitir, y que en cualquier caso, se hacía muy de vez en cuando.
Dos meses estará abierta al público ésta singular exposición (hasta el 25 de abril), que según me ha manifestado su promotor, estaría encantado de que pudiera ser itinerante, aunque de ello sólo depende el interés que sobre la misma pudieran mostrar el resto de entidades de carácter cultural repartidas por nuestro país.
En cualquier caso, si algunos de ustedes tienen intención de pasarse por estas fechas por la otrora “ciudad departamental” mediterránea, avisados quedan.
 

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