En la Inglaterra de finales del siglo XVIII los obreros manuales destruían los telares para acabar con las máquinas que amenazaban sus trabajos y salarios. Aquel movimiento de resistencia al cambio conocido como “ludismo” –en recuerdo de Ned Ludd que rompió los primeros telares en 1779– llegó a España en 1821 cuando trabajadores de Alcoy destrozaron máquinas de hilar y cardar por la misma razón.
Más de doscientos años después, “las máquinas” de la Cuarta Revolución Industrial mecanizan la industria, robotizan los servicios y relevan al ser humano en viejas profesiones y oficios sin que quede sector de actividad que no se vea afectado.
El comercio, el turismo y el ocio; el mundo editorial y la enseñanza; la medicina, la administración, la banca o las finanzas conocen desde hace tiempo las amenazas del universo “on line” que conecta a proveedores con usuarios que obtienen el producto o servicio que necesitan sin intermediarios, sin esperas y sin salir de casa. Todo lo que un ciudadano puede necesitar lo tiene a su alcance desde su móvil.
Los cambios económicos, laborales y sociales son tan intensos y brutales que, como en la Inglaterra de la Primera Revolución Industrial, a veces generan un “neoludismo” protagonizado por trabajadores que se oponen a las tecnologías porque acaban con su modelo tradicional de negocio, cambian los sistemas de trabajo y destruyen numerosos empleos.
Entre los muchos ejemplos de resistencia y oposición al cambio el más visible está en el gremio del taxi que lucha contra la competencia de Uber y Cabify, las plataformas que conectan a viajeros con sus conductores.
Tienen razón los taxistas al exigir que se legisle para que cumplan con las obligaciones legales y tributarias, como cumplen ellos. Pero no deben olvidar que el legislador ha de velar también para que los consumidores reciban el mejor servicio y el que ofrecen estas plataformas satisface las necesidades de movilidad urbana de los usuarios.
Dicho esto, los taxistas, igual que los afectados de otros sectores, saben que “la red” es invencible, crea e impulsa estas y otras formas de negocio con relaciones económico-comerciales distintas que vienen para quedarse.
Por eso, “si no puedes vencer al enemigo únete a él”, aconseja Sun Tzu. Mejor aún, anticípate con iniciativas audaces que son la oportunidad para competir en este entorno desregulado y libre que es la ruta por donde ya camina el progreso. Que no tiene vuelta atrás.