¡Arrastro, y todo mío!

Recuerdo aquella antigua letanía del fumador, bebedor, jugador, y mujeriego, y lo cierto es que hoy es más difícil ser devoto de ella. El tabaco es muy malo pero no está prohibido. ¿Será porque el precio de un paquete de cigarrillos incluye un 80% de impuestos, o porque se le reconoce una utilidad social? 

Las bebidas alcohólicas tampoco se escapan de impuestos, y las espirituosas pagan el 50%. Pero puedes beber lo que te pete hasta la tranca y, ¡chitón y a callar, que es legal! Ahora mismito, el Garzón está por meterle caña a las empresas del juego que abrasan con anuncios televisivos, induciendo e incitando a posibles nuevos jugadores y ludópatas de pro, a dejarse su pasta, la familiar, o las de otros, en sus garitos. Pero Garzón no puede prohibirlas, por ejercer su derecho a la libre empresa, y que “la banca siempre gana”, faltaría más. 

En España la prostitución es “alegal”, no ilegal, y ser puta/o no es delito penal. Otra cosa es que te cachen negociando el tema con una puta (de los putos no se dice nada), porque te puede caer una multa del carajo,, nunca mejor dicho. Acceder a las prestaciones puteriles está prohibido a menores y discapacitados, como si su picha/mincha no tuvieran derechos, justo mientras la Irene Montero amasa y propugna la ley del derecho de igualdad de género. Pero ¿De qué género: El masculino, femenino, o el neutro, que existe mucho más que Teruel? 

Todo esto me importa un huevo, me la fuma, o me da por saco. Voy a intentar crear nuevos vicios y sacarlos al mercado. ¡Hay que evolucionar, coño!

¡Arrastro, y todo mío!

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