TODOS SOMOS IGUALES

Seguro que a estas alturas Lot no perdía ni un ápice de su tiempo proponiendo a Dios que salvara a la humanidad si aparecía un político justo. Tal y como están las cosas, el sobrino de Abraham cogería a su familia y a las primeras de cambia abandonaría la Sodoma en la que nos ha tocado vivir, en el que el pecado de la carne se ha cambiado por el del cohecho y el tráfico de influencias.
Tal vez así resulte más fácil comprender las declaraciones del primer teniente de alcalde coruñés, imputado en la operación “Pokémon”, Julio Flores, que asegura que “no hay políticos absolutamente intachables, ni aquí ni en ningún país”. O las del secretario general de los socialistas gallegos, quien se muestra dispuesto a que imputados vayan en las listas electorales siempre y cuando sean elegidos en unas primarias.
Lo curioso es que detrás de ambas actitudes subyace que no existe ni un ápice de autocrítica. No hay nada que enmendar, puesto que no se puede ir contra la naturaleza humana y parece que los políticos han decidido que el ser humano es, cuando menos, prevaricador y, a partir de ahí, al ciudadano le dejan la difícil tarea de encontrar al menos prevaricador para confiarle su voto.
De hecho, cada vez que un nuevo escándalo salta a la palestra, unos y otros se tiran a la cabeza el “y tú más”, como si el hecho de colocar a dos familiares más, o robar un poco menos fuera una eximente. Y seguro que para más de uno lo es, ya que, no lo olvidemos, partimos de la base de que todos roban.
El problema es que, a costa de esconder la cabeza y tirar para adelante, la crispación se va apoderando de una ciudadanía que ya no tiene en quien confiar. Y cuando los canales establecidos quedan desiertos de líderes, llegan los falsos mesías dispuestos a llenar ese hueco con su populismo barato. Países como Francia o Italia, que tan civilizados nos parecían, ya han caído en manos de la extrema derecha y de otros movimientos supuestamente cívicos, que, en realidad, solo sirven para ocultar el intento de unos nuevos protagonistas para llegar a la misma génesis del poder y así comenzar su propia carrera de trapicheos.
España, siempre se ha dicho, es el paraíso de los defraudadores, de hecho, quien consigue burlar a Hacienda es un héroe, no un delincuente y el que paga el IVA una especie de tontolaba. A lo peor ese es el problema, que tenemos a los dirigentes políticos que nos merecemos, porque nosotros mismos somos así y si estuviéramos en su lugar, en el fondo, actuaríamos como ellos.

TODOS SOMOS IGUALES

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