Aunque no quiero. los trozos de tiempo se apilan sobre mi mesa. Pasa turno otro interesante y conseguido calendario. Corresponde al RC Deportivo Histórico. Datos fundacionales de Rubén Ventureira Novo y moita morriña de Bebeto al prologarlo. Un siglo pasadete. Trece fotos –panorámica visual– desde 1906 hasta el traspaso de Lucas Pérez en 2016. El mito y la realidad. Cronos, la ciencia y la fe. Un batiburrillo que no consigo desprenderme. El misterioso hogar de un Unamuno cansado. La imposibilidad de comprender el significado del infinito, y de ahí la imposibilidad de comprender la consistencia del tiempo y la muerte. Humildad y sencillez para no enredarse en jardines metafísicos. Las definiciones sencillas. Lo humilde como espíritu de servicio a los demás. Einstein cabalgando sobre el absurdo Millennium y Kant descendiendo al Paseo Marítimo usando el ridículo ascensor de monte de San Pedro.
Un poquito de por favor para ver la hondura de la brisa herculina y el rostro del viento. Ladrillos de perros felices diseñando al confín atlántico y sus amarguras. La lista de filósofos que nos ha dado la tabarra desde Tales de Mileto. Buscar el logos y el camino hacia la sabiduría con la linterna de la fe. Intenciones fallidas del Concejo que nos manda entretenido en adoctrinar ideológicamente. Una cosa es prometer y otra dar trigo. Es preciso estudiar, proyectar y buscar ese bien común vecinal. Quien ve la verdad con mayúscula aplaca ansias y deseos y no cambia. Contempla una Vía Láctea singular, un cometa oráculo del destino, una estrella fugaz de la que todavía no se han apoderado los culés.
Al igual que en nuestra urbe la fe científica no mejorará el mundo y puede derivar a peor. Aún no he encontrado al sabio que me demuestre que no existe nada en el más allá del más acá. “La fe –aclara la autoridad de Juan Pablo II– no mortifica la inteligencia, sino la estimula a reflexionar”.