hace tiempo que la Xunta trabaja de sol a sol para intentar convertir a Galicia en una potencia turística. Hay que reconocer que lo de el Camino de Santiago ha ayudado mucho a que las corredoiras se hayan llenado de paseantes cargados con mochilas que, además de encontrar la paz interior, van dejando unos cuantos euros allí por donde pasan. Lo triste es que toda Galicia no sea como Sanxenxo, donde, según un estudio, hay el doble de pisos turísticos que en Vigo, A Coruña y Santiago juntas. Tal vez, viendo lo que hay, lo mejor sería trasladar la catedral a las proximidades de la playa del Silgar y dejar que el resto lo hagan el paisaje, la gastronomía y al nombre de la localidad costera pontevedresa.