Hubo desfile en el Parlamento gallego; no de las fuerzas armadas, que Galicia por ahora no las tiene –no las tiene ni Cataluña–, sino de los presidentes de las diputaciones. Faltó la mandataria pontevedresa, Carmela Silva, y hubo críticas por su ausencia, tantas como alabanzas se ganó el coruñés, Valentín González Formoso. Por un momento pareció que era Paco Vázquez, el coruñesismo hecho hombre, después de haberse sometido a un proceso de rejuvenecimiento, puesto que su discurso se centró en la importancia del diálogo institucional, es decir, que entre el Gobierno autonómico y los organismos provinciales exista una colaboración leal. En otros tiempos dio muy buenos resultados y volvería a darlos si algunos túzaros –que los hay– pensasen más en el interés general que en el partidista.