A este paso, la decisión final sobre lo que le sucederá a la jueza Pilar de Lara va a tardar tanto en saberse como los casos que ella misma instruye y que le han costado una suspensión de siete meses y un día, por la dilación injustificada en los procesos. Su defensa ha asegurado, tras conocer ayer la decisión del Tribunal Supremo, que la piensa recurrir y entre recurso y contrarrecurso podemos pasarnos media vida mientras los procesados en sus macrocausas ven como las suyas se van por el desagüe a la espera de que comience el juicio y puedan demostrar su inocencia. Ya se sabe, la Justicia, si es lenta, no es Justicia.