Gracias Puigdemont

Los españoles que reviven ahora con los acordes de la marcha de granaderos y engalanan los vanos de sus cubículos dan las gracias al jefe de la región catalana por sentirse recios y cerrados en sus ademanes patrios, cuando otrora la carencia de compañía solo se salvaba con las victorias del equipo del inolvidable don Santiago Bernabéu o la reuniones en familia para deleitarse con el VHS de “Vaya par de gemelas”. Hasta los sobrios y adustos paisanos galaicos muestran su afecto y consideración con sus allegados de la ciudad condal y su preocupación por el sector del taxi y les ofrecen paradas a módico estipendio para que retornen sanos y con seguro pasaporte a sus aldeas. Puigdemont ha sepultado en horas lo que comenzó el mariscal y que la claque nacionalista jalea como si fueran de los nuestros o cosa nostra. Para un gallego de pro, el asunto catalán no es más importante que el de Albania o el de Cuenca, plazas que solo conocen los comentaristas avezados al deporte del balompié.

Gracias Puigdemont

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