¿Hay alternativa?

Cuando los políticos están en la oposición siempre culpan al gobierno de todo lo malo que ocurre en el país, incluso de los temporales de invierno y de las nieblas del verano. “Piove, porco goberno”, dicen con gracia los italianos. 

Digo esto porque hace unos días entró como diputado en el Parlamento el líder de los socialistas gallegos, Gonzalo Caballero, y desde entonces se lanzó a la yugular de Feijoo al que vincula al pasado –“lleva 25 años subido al coche oficial”– y le culpa de todos los problemas de Galicia, aunque no especificó cuáles. Su objetivo es “poner fin a la vida de Feijoo en la Xunta, que es una asfixia para este país”. 

Con su locuacidad, Caballero transmite la imagen de que “va sobrado”, tiene mucha prisa por llegar y hasta ahora muestra más ambición que ideas. También destila mucha arrogancia y superioridad moral sobre un Feijoo -el mismo al que los gallegos dieron tres mayorías absolutas- que él desprecia y pretende humillar posando con los ministros. Repito, es la imagen que transmite y percibe mucha gente. 

Naturalmente, está en su derecho de decir esto y más, pero son muchos los que piensan que arremetiendo contra Feijoo “porque lleva mucho tiempo en el Gobierno” no cumple con la función de fiscalizar las ineficiencias imputables a su gestión. Tampoco representa una alternativa de gobierno decir que “tenemos un proyecto para Galicia”.

Si no concreta los problemas que ve en el país y presenta políticas distintas, reales y creíbles, para que Feijoo deje de “asfixiar a Galicia” está cayendo en lo que los politólogos llaman la “trampa reactiva”, que es hacer oposición reaccionando a lo que hacen el presidente y su Gobierno en lugar de liderar un proyecto nuevo con un programa novedoso y más eficiente. 

Siendo como es un político joven con más futuro que pasado le vendría bien abandonar el mantra de “echar a Feijoo” que suena a disco rayado. De echar a este presidente ya se encargarán los gallegos si están descontentos con sus años de gobierno o si algún partido les presenta un programa que mejore su gestión y esa es su oportunidad. Pero allá él y sus asesores.  

Una nota final. Estar, como está, en la fase de “al enemigo ni agua”, es compatible con  reconocer alguna buena realización de este Gobierno, que algo estará haciendo bien y no disfruta castigando a los gallegos. También es compatible con apoyar la reclamación  de los 700 millones que el Gobierno de España debe a Galicia. Ganaría puntos como alternativa.

¿Hay alternativa?

Te puede interesar