Viejas políticas

Constituye una tentación sutil, propia de las organizaciones cerradas, configurar y definir las estrategias políticas desde la conservación de la posición, desde el cálculo maquiavélico o desde la visión tecnocrática. Tal esquema es propio de quienes desprecian la realidad y solo aspiran, como sea y al precio que sea, a mantenerse astutamente en la cúpula, al margen del servicio objetivo al interés general que caracteriza en este tiempo el quehacer público. Tras el 20-D, tal aserto se cumple al pie de la letra en varias formaciones políticas.
Esta caracterización de las organizaciones cerradas y estáticas  lleva a sus dirigentes a vivir de espaldas a la realidad frente a los cambios y nuevos planteamientos que no se hayan originado en sus mentes. Son instituciones pétreas a las transformaciones sociales dominadas por sujetos obsesionados por el control y la conservación, a como dé lugar, de la posición. Los cambios solo se producirán si a ellos les benefician.
Por el contrario, las organizaciones abiertas, plurales y dinámicas, están continuamente recibiendo aportaciones de la vida misma que incorporan sin dificultad a unas estrategias cotidianas que reflejan sensibilidad cívica. Los dirigentes de estas organizaciones buscan la comunicación con la gente, saben que se pueden equivocar y buscan el bienestar integral de los ciudadanos.
En los tiempos que nos ha tocado vivir, observo mucho diseño, mucho planteamiento estructural,  mucho control, mucha artificialidad y poco apego a la realidad, junto a un desprecio mayúsculo hacia quienes tienen más dificultades, hacia quienes esperan más de la acción pública.
Por eso es necesario acercarse sin miedo a la vitalidad de lo real y comprometerse sin componendas con la libertad solidaria de los ciudadanos para que sean ellos mismos los protagonistas de la vida social y no espantapájaros que mueve a su antojo esa tecnoestructura que pretende laminar la perspectiva crítica y el gusto por el razonamiento.    Tras el 20-D estas políticas han pasado a la historia. Ahora precisamos de líderes comprometidos con los valores democráticos y con los idearios de las formaciones que representan. El tiempo del cálculo y de la componenda ha pasado. Ahora precisamos de personas que piensen en el interés general y sean capaces de entender lo que la sociedad española ha dicho el 20-D. Tampoco es tan difícil. 
 

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